Luego de que un grupo de rebeldes sirios asegurara que tomaron el control de la ciudad de Damasco en una ofensiva relámpago y anunciaran que el presidente Bashar Al-Assad se fue del país, el primer ministro de Siria, Mohamed al Jalali, afirmó que está “listo para cooperar” con la dirigencia que elija el pueblo y con cualquier transferencia de mando que amerite la situación. El golpe de los insurgentes conllevaría el fin de la hegemonía de la familia Assad, que ostentaba el poder desde hace cinco décadas.